Fenomenología y Filosofía Primera 
«El filósofo se incluye a sí mismo, en cierto modo de una vez para siempre, en la peculiar tradición de los hombres sin tradición, o sea, de los socráticos» M. G-B.

García-Baró. Distinguir para unir

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Os compartimos la información de esta reciente publicación del profesor García-Baró: «Distinguir para unir», contribución al libro «La educación ciudadana en un mundo en transformación: miradas y propuestas».

Distinguir para unir
Miguel García-Baró
1. Los dos maestros del ser humano 
2. Los enseñantes humanos
3. Problemas, enigmas, misterios
4. La sabiduría, la ciencia y la técnica


  • M. García-Baró López, Distinguir para unir, en R. Mínguez Vallejos (Coord.), E. Romero Sánchez (Coord.), La educación ciudadana en un mundo en transformación: miradas y prouestas, págs. 51-67, Octaedro, Barcelona, julio de 2018. ISBN: 978-84-17219-77-2. Repositorio: http://hdl.handle.net/11531/31560.
«Por su parte, el Prof. García-Baró (UPC) desarrolla un apasionado texto, de claro estilo filosófico, a favor de la educación ciudadana a la altura de los tiempos actuales. Inicia su argumentación planteando que existen dos maes- tros del ser humano y, sin embargo, advierte que «nadie es maestro de nadie, sino que cada cual es ocasión para el otro». A partir de ahí, se adentra en los factores que inter- vienen en el aprendizaje humano de llegar a ser ciudadano. No siempre se acierta sobre qué y para qué enseñar, en es- pecial cuando buscamos formar ciudadanos para que res- pondan a los desafíos que tienen ante sí. Nuestro profesor nos recuerda que ningún maestro debería ceñir su tarea a transmitir temas menores ni perder el precioso tiempo del alumno en «detalles contingentes del mundo, en pro- cedimientos técnicos con los que empezar a dominar los apuros cotidianos». Por el contrario, en cualquier asunto educativo está presente la búsqueda de la verdad, la paz y el bien que, en cada circunstancia y tiempo, deben ser rein- terpretados con nuevas miradas. No exento de sutileza y rigurosidad, García-Baró formula una apasionada defensa educativa de aprender a ser humano a través del descubri- miento interior, de afanarse por crecer por dentro, porque esta sociedad y sus ciudadanos andan pobres en sabiduría vital. Más bien han aprendido a vivir hacia fuera, ignoran- do la riqueza de la vida interior que otorga dignidad y hu- manidad a la ciudadanía. Pero este quehacer indispensable de la educación del corazón y de la mirada también debe ir acompañado de la necesaria implicación personal en aras de la mejora de la realidad exterior que siempre se realiza en el marco de la ciudadanía abierta hacia el bien común.»
Ramón Mínguez-Vallejos, y Eduardo Romero-Sánchez

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