Fenomenología y Filosofía Primera 
«El filósofo se incluye a sí mismo, en cierto modo de una vez para siempre, en la peculiar tradición de los hombres sin tradición, o sea, de los socráticos» M. G-B.

Sedcontra. Cristianismo ficcional

Daniel Sedcontra nos comparte la publicación de Cristianismo ficcional (Arena Libros/Incorpore), nos dice que su libro fue «gestado a lo largo de ocho años de lecturas patrísticas y postnietzscheanas, es una reinterpretación heterodoxa del cristianismo desde una perspectiva puramente intensiva, pulsional y ficcional.» A continuación tenéis los detalles y esta vista previa.

Colección: disilà…là (incorpore Libros)/ Filosofía una vez, 71 (Arena Libros) 
Año: 2020 
ISBN: 978-84-120147-6-1 
Tamaño: 142 x 200 mm 
Lengua: castellano 
Portada: Albert Coma 
Páginas: 292

    «En las arenas movedizas de nuestro equívoco presente, el hombre de fe, rehusando la nostalgia de la obsoleta cosa en sí a la que una mayoría asustada todavía se aferra, se precipita temerariamente hacia delante, en busca de algo todavía menos franco que el baile de imágenes del universo: una verdad viva, íntima y a la vez lateral, que se presiente contigua a cada creatura, animada o inanimada, como su ángel de la guarda particular. Su hermosura, multiplicada, le conmueve en lo más hondo de su corazón, pues ese visionario ya no es capaz de distinguir de sí mismo el descubrimiento entrañable que ha hecho en la generosa humildad de cada ser. Y así, el Cristo fantasmático simulado por la literatura cristiana promete confiar al devoto su más precioso secreto, el plus por excelencia, lo que guía teleológicamente la experiencia gnoseológica —devenida, a partir de cierto instante indeterminable, gnóstica— del cristiano: el Cristo espíritu.» 
Daniel Sedcontra

    «¿Y si, al contrario de lo que sucedió en los albores de la filosofía, el cristianismo, lejos de inclinarse hacia un desvelamiento del ser de las cosas, hubiese contribuido más bien a pensar que la más profunda verdad de este mundo es el haber sido producido como una gigantesca ficción — como una «fábula»? 
Cristianismo ficcional plantea un inédito constructo de cristianismo que parece contradecir, punto por punto, todo lo enseñado por el dogma católico. Mediante la maniobra de un autodeclarado falso ensayo, anuncia la última forma con que el cristianismo se hace manifiesto a un nuevo tipo de creyente que, paradójicamente, ha asumido la muerte de Dios no como liquidación de la fe cristiana, sino como condición para su experiencia efectiva. Un cristianismo sin Dios (ateo), sin yo para salvarse (antihumanista), sin otro mundo redentor (inmanente). 
    Un cristianismo que no retrocede ante el obligado nuevo imperio de la ficción y que, gracias a él, preserva su mensaje y recobra buena parte de su fuerza y capacidad de interpelación originales, históricamente arrebatadas por la institución eclesial. » 
Tomado de Incorpore Libros 

Nota de prensa:

«Cristianismo ficcional, abordando el raro género de la ficción ensayística – donde la razón, en su mismo acto de razonar, fabula –, plantea un inédito constructo de cristianismo que parece contradecir, punto por punto, todo lo enseñado por el dogma católico: He aquí un cristianismo cuya fe no es ciega creencia en lo ilusorio sino producción de realidad; cuya cruz, en la que murió el Dios humanado, anuncia en realidad tanto la muerte de Dios como la del hombre; cuya buena nueva, la del amor, en cuanto superación de la ley hebrea, de toda ley, se presenta como anómica, amoral; y cuyo mensaje redentor no tiene otro objeto que el cuerpo de carne, la experiencia de su progresivo incremento vital por infusión física del espíritu, según lo proclama el milenarismo, grandiosa utopía libidinal formulada por la teología más temprana. Mediante la maniobra de este autodeclarado “falso ensayo”, este cristianismo resignificado – el único digno de un presente, el nuestro, que ha perdido todas sus viejas instancias –, aspira a recuperar buena parte de su fuerza y capacidad de interpelación originales, las cuales le fueron históricamente arrebatadas, a base de disputas teológicas y ansias de dominio, por la institución eclesial.»


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